sábado, noviembre 28

Las Momias De S. Michan's

La Iglesia Parroquial de St. Michan’s, en Church St. Lower Dublín (Irlanda), fue fundada en el año 1095, en la orilla norte del río Liffey.
Según parece, la fosa medieval que rodeaba el edificio, creaba en las criptas un ambiente extremadamente seco, las paredes de piedra caliza chupaban la humedad, y el gas metano que salía de la tierra actuaba como un agente de secado propiciando así la momificación de los cuerpos que allí eran sepultados.


Hasta aproximadamente el año 1700, debajo del altar y el presbiterio de las iglesias se construían criptas en donde eran enterradas las personas pertenecientes a la nobleza y al feudo. El lugar del enterramiento se hacía de acuerdo al rango del fallecido. Así, la más alta alcurnia era sepultada en la zona más cercana al altar, distanciándose del mismo aquellas otras que no gozaban de los mismos privilegios.
A partir de 1700, los enterramientos en dichos lugares solamente se efectuaban mediante previo pago.
Los ataúdes se iban colocando uno encima del otro conforme se iban produciendo los enterramientos. Parece que debido al peso que se iba acumulando, los de abajo terminaron por romperse dejando al descubierto los cuerpos de su interior, y comprobándose el estado momificado de los mismos.
En una de las criptas de la Iglesia, están expuestos al público algunos de las momias anónimas, carentes de datos que las identifiquen, Todas conservan en perfecto estado las orejas y la uñas, así como los pliegues de la piel de los dedos.

Se asegura que una de estas momias se trata de una monja que había tenido una vida longeva pues había vivido más de 100, haciéndose patente en ella cierta deformación ósea provocada por una artritis aguda en los pies y las manos.


Otro de los allí expuestos en vida fue un Cruzado, de considerable altura para la época que le tocó vivir y al que además le falta un dedo y presenta las piernas rotas, según se dice, se las rompieron en el momento de darle sepultura, pues debido a su altura no tenía cabida en su último lecho, a fin de poder ser doblados.
También está expuesta una momia que carece de una de sus manos. Posiblemente se trataba de un ladrón, cuya pena fue, como era costumbre entonces, amputarle el brazo con el que había cometido el delito. Igualmente este el cadáver carece de pies, por el mismo motivo que El Cruzado.
La causa de que un ladrón se enterrara en una cripta de honor, se debe, según la leyenda, a que llegó a arrepentirse de sus fechorías y se hizo sacerdote, consiguiendo así el perdón y reconocimiento.
La cripta también tiene los ataúdes de los hermanos Sheare que fueron ejecutados por los británicos - y como se descubrió recientemente descuartizado y - para el levantamiento de 1798, así como el matemático William Rowan Hamilton, muchos de los Condes Kenmare , y supuestamente - aunque otros aseguran él también - los restos de Robert Emmet, el rebelde irlandés muerto por los británicos en 1803.


Existen en la Iglesia Parroquial de St. Michan’s otros muchos cuerpos momificados que no están expuestos al público seguramente porque tienen una identidad, y que gracias a ello, pueden conservar su derecho a la intimidad y al descanso eterno sin intromisiones.

martes, noviembre 17

Soldados Tiroleses

Un pelotón de soldados austríacos perteneciente a la Guardia Imperial Tirolesa, ascendía trabajosamente a 3.400 m. de altura sobre el nivel del mar, por las nevadas laderas de la montaña de San Matteo, cerca de las fronteras suiza y austríaca en los Alpes Italianos. Habían salido de su refugio en las profundidades del glaciar Marmolada, también al norte de Italia que formaban una red subterránea, conocida como la "Ciudad de Hielo" y que consistía en un laberinto de túneles construidos a 60 metros bajo el hielo, que conectaban cinco núcleos, compuestos por barracas, generadores eléctricos, unidades de primeros auxilios y cocinas Algunos de estos túneles estaban construidos bajo 60 metros de hielo.

Era el día 13 de septiembre de 1918, y en plena I Guerra Mundial, tropas italianas y austríacas se enfrentaban en las montañas, en lo que luego se llamaría “La Gran Batalla”.

Los soldados avanzaban intentando apoderarse de la cima. Tres de ellos tomaron avanzadilla adelantándose considerablemente de sus compañeros. Equipados con sus casacas de combate ajustadas con gruesos cinturones de cuero, portaban todo el equipamiento necesario para el trayecto hasta la cima y para un posterior combate: bayonetas, máscaras de gas, botellas con agua, y víveres necesarios.
Aún a pesar la ventaja sobre sus compañeros, el ascenso se hacía penoso sobre el hielo congelado de las laderas, el frío entumecía sus miembros hasta dejarlos insensibles y un viento helado congelaba sus rostros.
Cada uno de ellos aspiraba a coronar cuanto antes la cima como una muestra más del avance hacia lo que sería una cruenta batalla, temida pero a la vez deseada, que los acercaría cada vez más hacía una victoria y un deseado final.

Y así, sumidos en sus esfuerzos y sus pensamientos, ni siquiera tuvieron pudieron darse cuenta de que una granada enemiga estallaba a su paso, acabando con sus vidas y dejándolos enterrados bajo una gruesa capa de hielo.

Ochenta y seis años después serían hallados fortuitamente en el glaciar Forni por Maurizio Venzi, director del museo militar de la ciudad de Peio, situada en la región de Trento, en Italia, cuando buscaba objetos para su museo. Los tres soldados aparecían cabeza abajo, vestidos con sus uniformes y junto a ellos todas sus pertenencias y en perfecto estado de conservación, con las manos y el rostro bien definidos, lo mismo que las uñas, dientes y piel.

Después de ser sometidos a una investigación forense, fueron enterrados en un cementerio militar local.

lunes, noviembre 9

La Señora De Cao


Aunque se barajan varias hipótesis, la muerte de la Señora de Cao, ocurrida hace más de 1700 años sigue siendo una incógnita. Sí se sabe con certeza de que el deceso se produjo cuando contaba entre 20 y 25 años de edad, su estatura era de 1,45m., y aunque algunos apuntan que pudo ser debido a un peligroso o mal afortunado parto (su abdomen aparece dilatado y con cicatrices); otros anotan que aunque estuviera embarazada en el momento de morir, el motivo de la misma pudiera deberse a un estado de crisis en la sociedad moche, dado los cambios que presenta la pirámide en sus estructuras, motivados por lluvias torrenciales que la afectaron gravemente.
También hay quién se decanta por un suicidio o asesinato para calmar a los dioses… hipótesis en fin, que quedan en la incógnita de la realidad, pero lo que sí se sabe con certeza es que se trata de un personaje muy importante en la sociedad mochica del valle de Chicama.

Fue descubierta en el año 2005 en el valle de Chicama, (Perú) en la huaca de Cao Viejo, ubicada en el Complejo Arqueológico de El Brujo, que se levanta en el distrito de Magdalena de Cao, en el departamento de La Libertad, en el lugar mismo de su enterramiento en el interior de su pirámide funeraria, por el arqueólogo Régulo Franco de la fundación Augusto N. Wiese, y su descubrimiento confirma algunas de las teorías acerca de esta antigua sociedad preínca las cuales se basan en que la mujer ejerció el poder político y religioso en el valle de Chicama.


El fardo encontrado guardaba dentro de un cuerpo en perfecto estado de conservación, según los investigadores, debido a que el nivel intermedio en el que estaba enterrado, lo mantuvo alejado de la superficie y protegido así de la humedad de las lluvias.

Igualmente se encontró un bello e importante ajuar de collares de oro y plata que simbolizan poderes mágicos, narigueras, pendientes y báculos que representan el poder de gobernante y una condición semidivina.

Los análisis efectuados dieron como resultado que el cadáver fue tratado con un mineral llamado cinabrio o sulfato de mercurio, un metal rojizo usado desde tiempos remotos por los antiguos peruanos y otras culturas con fines ceremoniales relacionados con la muerte. Esta sustancia era utilizada por aquellos que temían que las personas muertas regresaran a la vida, y actuaba como un repelente y veneno para las bacterias que podrían haber deteriorado el cuerpo. Igualmente algunas de las telas y metales con las que fue enterrada la Señora de Cao también fueron impregnadas de este mineral.
Su rostro fue cubierto con un paño de algodón y protegido con un recipiente de cobre dorado, y sobre el pecho descansaba un plato del mismo metal.


El cuerpo también presentaba tatuajes de serpientes y arañas en los antebrazos, los tobillos y los dedos de los pies, animales que en la simbología andina, están vinculados con la fertilidad de la tierra. Todo esto apunta a que la mujer enterrada realizaba las labores de chamán o adivina.


Junto a ella fueron encontradas armas de guerra como mazas y lanzas, algo totalmente inusual en el enterramiento de las mujeres.

La Señora de Cao no fue enterrada sola, en sus funerales se habían realizado rituales mágicos no exentos de sacrificios humanos, como así lo demuestran las osamentas halladas en la tumba principal. Se trata de los restos de una adolescente que fue estrangulada y colocada al lado izquierdo del fardo. Al sur de la tumba se encontraron los restos de un individuo, a quien los arqueólogos llaman el guardián de la tumba. Otros tres fardos funerarios ubicados al pie del muro sur forman parte de este entierro, pero estos aún no han sido abiertos. Sin embargo, las radiografías que se les ha tomado revelan que se trata de individuos que poseen diversos ornamentos personales.

En definitiva la señora de Cao se conserva tan "sumamente bien" que en uno de sus vestidos se aprecia el "escupitajo" del enterrador, costumbre esa del salivazo común en ceremonias fúnebres de la cultura Moche.

Fuentes consultadas: National Geographic – Junio 2006